El increíble perdón para quien merecía la muerte

Dios desea ofrecernos una nueva oportunidad de vida

Es tiempo de hacer un alto en el camino, pensar en la oportunidad que Dios le ofrece, arrepentirse y emprender una nueva vida. Puede que parezca increíble. Claro que lo es cuando nos hemos movido en una esfera de condenación, la misma que se predica desde los púlpitos cada domingo. Quieren llevarnos a una santidad obligada que los líderes saben, es imposible, al menos en nuestras fuerzas.

Rais Bhuiyan recuerda que el dolor era insoportable. Como si un millón de abejas le picaran la cara al mismo tiempo. Cuestión de segundos. Creyó incluso que moriría. Acababa de recibir un disparo de escopeta en el rostro.

Miré hacia abajo y vi que la sangre corría como de una fuente abierta. Puse una mano en la cabeza como para que mi cerebro no se fuera a salir–, relata.

Tampoco ha podido olvidar la fecha: 21 de septiembre de 2001, días después del atentado a las Torres Gemelas. Los hechos ocurrieron en Texas.

¿El autorMark Stroman, de 32 años, un supremacista blanco, miembro de la Hermandad Aria, que después del 9-11 se dedicó a buscar a practicantes musulmanes para matarlos y obrar lo que consideraba era válido: vengar su país. Escogía a sus víctimas por su color de piel y sus rasgos árabes.

El atacante tenía antecedentes por asesinato, robos, posesión ilegal de armas, y falsificación de cheques. Un amplio prontuario.

Rais Bhuiyan lo vio entrar al negocio donde cocinaba hamburguesas. Un restaurante, para ser más específicos.

Vi que llevaba algo brillante en su mano derecha; era la escopeta –, recuerda.

En la maraña de su memoria, recuerda haberle pedido que no disparara. Pero Mark lo hizo. No soportaba que fuera paquistaní, raza que consideraba, era la línea principal de los enemigos estadounidenses.

Bhuiyan perdió la visión de un ojo derecho, pero nunca dejó ir sus sueños, su esperanza y su fe.

Había una razón por la que Dios salvó mi vida y me puso en todo esto. Quizás Él me estaba preparando para algo más grande. Me estaba haciendo una persona más fuerte–precisa.

Tiempo después se enteró que su agresor había sido condenado a morir con inyección letal. Procuró encontrarse con él, para expresarle su perdón.

La conversación duró unos pocos segundos. A través dos teléfonos en altavoz, uno frente al otro. Desde el otro lado de la línea, Stroman le agradeció: no podía creer lo que Bhuiyan había hecho. Él, por su parte, le dijo que lo perdonaba. Antes de colgar, el agresor se despidió con las siguientes palabras: —Te amo, hermano.

El 20 de julio de 2011, Stroman recibió la pena de muerte.

UN PERDÓN INMERECIDO

Esta historia de la vida real, ilustra lo que Dios hizo con nosotros. Aun cuando nuestros delitos y pecados ameritaban que muriéramos y, de hecho, experimentáramos la condenación eterna, Él nos perdonó. Lo hizo por amor y por gracia.

El teólogo escocés, Thomas Boston (1676-1732), lo explica en los siguientes términos:

«…la gracia de Dios a favor de los pobres pecadores se manifiesta a ellos por medio del evangelio (2 Tim. 1:9-10). Ya no es un secreto que se guarda de ellos, sino que se les permite tener el conocimiento del designio, la acción y los eventos que tienen que ver con su salvación. Se abre el evangelio y se revela el secreto de la gracia de Dios a los pecadores por medio de comunicarlo, de comunicar todo el plan de salvación que desde la eternidad se hallaba escondido en el corazón de Dios. (Juan 1:18)»

En la práctica, ni usted ni yo merecemos la menor consideración del Padre celestial. Sin embargo, lo hizo. Nos brindó una nueva oportunidad para escapar de la condenación y ser salvos.

El evangelista Juan lo deja claro:

«Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.» (1 Juan 5: 11 | RV 60)

En Antioquía de Pisidia, ante un nutrido grupo de asistentes a la sinagoga, el apóstol Pablo les enseño:

“Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree” (Hechos 13:38-39).

Piénselo cuidadosamente. ¿Qué ha podido cambiar en sus fuerzas? Sin duda muy poco. Puede que nos hagamos el propósito de dejar un hábito o experimentar cambios en determinado comportamiento. Sin embargo, volvemos a lo mismo. Incurrimos en los mismos errores que, quizá, nos llevan al desaliento y al deseo de volver atrás.

POR NUESTRAS OBRAS, SERÍAMOS CONDENADOS

En ese orden de ideas, está claro que, si dependiéramos de nuestras buenas obras, ya estaríamos condenados.

Conociendo nuestras debilidades y limitaciones, Dios no solamente nos ha perdonado, sino que abre delante de nosotros las páginas en blanco para que escribamos los capítulos de una vida renovada y plena, en Su poder voluntad.

Pablo lo indica de la siguiente manera:

“…. no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos…” (2 Timoteo 1: 9 | RV 60)

Y en su célebre carta a los creyentes de Galacia, en el Asia Menor, precisa:

«… sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.» (Gálatas 2:16 | RV 60)

Puede que nos resulte difícil de creer. Puedo identificarme como uno de los religiosos que por años creyó que era gracias al esfuerzo propio, como podría obtener la salvación. Y no solo lo creí, sino que lo prediqué a la congregación. Desconociendo la gracia de Dios, predicaba un evangelio de condenación.

Ahora, esto es lo que abunda en muchas denominaciones. Y hasta tal punto tienen acogidas estas tesis de error, que las personas lo creen y se sienten cómodas, aun cuando saben que en sus fuerzas no lograr mayores avances.

El teólogo escocés, Thomas Boston (1676-1732), avanza en el tema al plantear:

“La salvación se compró por gran precio, pero es dada gratuitamente al pecador como promesa, de modo que puede hacerse poseedor de ella gratuitamente (Isa. 55:1). Entonces el alma abraza con todo su ser al Salvador y a la salvación que anuncia en el evangelio, tal como el hombre que se ahoga se toma de una soga que se le extiende para rescatarlo del agua.”

Desconocemos o, sencillamente desestimamos, que en Cristo hay vida e inmortalidad, algo sorprendente y maravilloso que recibimos por revelación del propio salvador Jesucristo (Juan 3: 12)

SIETE RAZONES PODEROSAS POR LAS QUE SOMOS SALVOS

Permítame compartirle siete razones poderosas por las que somos salvos. Le animo a corroborar las citas en su ejemplar de la Biblia:

  • Si Dios nos perdona todos nuestros pecados, es por amor (Juan 3: 16)
  • La salvación de Dios para los pecadores (2 Timoteo 1: 9. 10)
  • En Jesucristo se nos anuncia la salvación de Dios (Isaías 9: 6; Juan 3: 16; Mateo 1: 21)
  • En Cristo tenemos asegurada la vida eterna (1 Juan 5: 6)
  • Absolutamente todos somos llamados, por la gracia de Dios, a ser partícipes de la salvación (Mateo 22: 4; Isaías 55: 1)
  • Es gracias a Jesús que conocemos a Dios el Padre (Juan 1: 18)
  • En Cristo cayeron las barreras que nos separaban del Padre celestial (Efesios 2: 14)

Puede que el enemigo, Satanás, le haya vendido la idea equivocada de que no merece el perdón de Dios y que, lo más probable, es que se condenará. No les crea a sus engaños. Ha sido su estrategia desde la caída del género humano, representado en Adán y Eva (Génesis 3)

ES HORA DE REVISAR NUESTRO CAMINO

Es tiempo de hacer un alto en el camino, pensar en la oportunidad que Dios le ofrece, arrepentirse y emprender una nueva vida. Recuerde cuando el Padre, a través del profeta, nos llama:

«Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.» (Isaías 55:3 | RV 60)

Son buenas noticias de salvación para su vida, que le sacarán de esa sensación de condenación que le ha acompañado hasta hoy y que le lleva a pensar que no tiene esperanza:

«Como el agua fría al alma sedienta, así son las buenas nuevas de lejanas tierras.» (Proverbios 25:25 | RV 60)

¿Increíble? Claro que lo es cuando nos hemos movido en una esfera de condenación, la misma que se predica desde los púlpitos cada domingo. Quieren llevarnos a una santidad obligada que los líderes saben, es imposible, al menos en nuestras fuerzas.

UN ASUNTO DE FE

Aquí el asunto de creer en la salvación, es un asunto de fe, no de esfuerzos propios, como escribe el apóstol Pablo:

“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17).

Cuando usted recibe esa salvación que hay en Cristo, su condición experimenta transformación, como escribe el apóstol Juan:

«Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.» (1 Juan 5:4 | RV 60)

Desconocemos cuál sea su actual situación. Tal vez lleva mucho tiempo sin congregarse. Ha fallado y no se siente digno. O probablemente ni siquiera ha ido a una denominación. Siente que allí lo señalarán.

Hoy es el día para que vuelve su mirada a Dios. Él no solamente lo perdona, sino que desea darle una nueva oportunidad. Acéptela y comience una vida nueva, junto con su cónyuge e hijos. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo. Es la mejor decisión que puede tomar.


(c) Fernando Alexis Jiménez – Ministerios Vida Familiar – Radio Vida Familiar


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Fernando Alexis Jiménez

Fernando Alexis Jiménez

Fernando Alexis Jiménez es autor y conferencista cristiano. Coaching certificado por la organización John Maxwell Team. Junto con su esposa Lucero dirigen los "Ministerios Vida Familiar" enfocados en la proclamación de principios y valores para todos los componentes del hogar. Dirigen los Seminarios "Edificando Familias Sólidas", que se imparten de manera presencial y virtual

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