La decisión de vivir por la eternidad es nada más que nuestra. ¿Cómo? Cuando decidimos abrirle las puertas de nuestro corazón a Jesucristo. Hoy es el día para tomar esa decisión.
Fernando Alexis Jiménez | Editor de la Revista Vida Familiar
El impacto fue impresionante. Cuestión de segundos. El cuerpo de Srikesh Kumar, electricista de profesión, fue despedido por los aires por varios metros. El hecho ocurrió en la ciudad india de Moradabad en el estado de Uttar Pradesh, en la India.
Bastó una rápida revisión del médico y corroborar los signos vitales para declararlo muerto.
Al otro día, los familiares de Kumar fueron a la morgue para firmar unos documentos de autorización para la autopsia. Pero justo cuando una cuñada iba a verificar cómo había quedado, comprobó que respiraba.
La familia todavía busca respuestas frente a lo sucedido. El electricista entró en coma, pero no murió.
Una historia increíble, pero real. Prueba algo: no todos los que dicen que murieron, realmente están en esa condición. Casos así se han visto en muchos lugares del mundo.
Ahora, ¿qué pasará con su vida cuando realmente muera? ¿Se ha preguntado adónde irá? ¿Pasará la eternidad con Cristo o en el infierno? La decisión está en sus manos.
En las Escrituras encontramos un anuncio alentador de nuestro amado Dios y Salvador:
“Jesús le dijo: —Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.” (Juan 11. 25 RV 2015)
La decisión de vivir por la eternidad es nada más que nuestra. ¿Cómo? Cuando decidimos abrirle las puertas de nuestro corazón a Jesucristo. Hoy es el día para tomar esa decisión. Permita que el Señor Reine en su vida y en su hogar.
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